sábado, 1 de diciembre de 2007

Cine y Dadaísmo III - Viking Eggeling Hans Richter

Su vinculación con el movimiento Dadá arranca en 1918, cuando ambos se inician en el espíritu del movimiento de la mano del Tristan Tzara. Su obras cinematográfica más importantes son: "Symphonie Diagonale" (1924) de Eggeling y "Rhythmus 21" (1924) de Hichter. Ambas se sitúan ya a finales del dadaísmo, el llamado "post-dadá".

Symphonie Diagonale (1924)



Rhythmus 21 (1924)


Rhythmus 23 (1924)


Ambos cortos son abstractos, pero diferentes en cuanto espíritu y en cuanto a la aproximación artística. Eggeling orquestó y se basó en las formas mientras que Richter se centró más en la relación del tiempo y el ritmo de la imagen. En ambos casos el cine ofrecía un medio diferente para solucionar problemas que ambos artistas se encontraban en la pintura. El tiempo era una dimensión que la pintura no podía abarcar y esto les atraía profundamente. Richter compatibilizó la pintura con el cine de manera natural durante más de 40 años de carrera. Otras películas de Hans Richter fueron "Vormittagsspuk" (1927) traducido como "Ghost before breakfast".

Ghost before breakfast (1927)



Esta película era una verdadera obra dadá. Los actores se relacionan con los objetos que cobran vida y se rebelan: sombreros, copas, corbatas, mangueras. Las máquinas se rebelan a los hombres, un tema muy común de las vanguardias. (ver Metrópolis de Fritz Lang).

Entr'acte


Fue una película dirigida por el director francés René Clair para ser proyectada en el intervalo de uno de los bllets dadaístas del coreógrafo sueco Rolf de Marée. En realidad era un proyecto impulsado por otro de los artistas dadaístas más importantes, Francis Picabia. El resultado fue "Entr'acte", un funeral grotesco en el que el coche fúnebre es tirado por un camello en vez de por caballos. Renée Clair jugó con las velocidades ralentizando y acelerando los fotogramas y dándole por consiguiente la pátina dadaísta. En una de las secuencias del film aparecían Marcel Duchamp y Man Ray jugando a las cartas.

Picabia intentó usar el sonido del murmullo del público propio del descanso del ballet como banda sónora del film (mudo), sin embargo al audiencia enmudecíó ante las imágenes proyectadas.



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